Este es unos de los cuentos escritos por los alumnos de segundo grado en el proyecto "Antologías de cuento". Espero que lo disfruten y le dejen comentarios a Mayte acerca de qué les pareció su texto.
Miss Martha
Brampton
por: María Torres
Edward cumple hoy 20 años. Es un día sombrío, él trabaja en la pescadería de su padre y como todos los días, espera a que algo suceda. Casi es medio día y todo transcurre normalmente; al ser un pescadero pobre, nadie enfoca su atención en él.
Al terminar el día de trabajo, él escapa un rato a su lugar favorito en la naturaleza; Brampton, donde el viento susurra, donde sus cabellos rizados acarician sus suaves y pálidas mejillas, donde el agua es tan clara que el cielo se refleja sobre ella, y el aire es tan limpio que se puede apreciar el aroma de las flores. Él, solo descansa. Sueña. Mira al cielo pensando en su futuro, en lo que hará.
De camino a casa ve a una hermosa y elegante mujer en una carroza; Kathy con 18 años de edad. Casualmente, de manera habitual se encuentran; pero sin cruzar una palabra. En uno de esos encuentros su cara sombría lo sorprende, se cruzan sus miradas, ella voltea hacia abajo y sus ojos enrojecidos lanzan puñales a sus manos, mientras, sus padres le dan la noticia.
Ambos llegan a sus respectivas casas.
Al día siguiente Kathy y su familia salen de paseo y Edward aprovecha la oportunidad para dejar una carta a los pies de la puerta. Al llegar a casa, Kathy recibe tres sobres, dos con respectivos remitentes, sin embargo el tercer sobre no contiene información alguna, sólo la carta en si. Al abrir el sobre encuentra un mensaje diciendo:
“Te vi, con la cara demacrada, con el corazón roto, con una sonrisa esfumada.
Si tan solo pudiera ayudarte”
Atte. Edward
Kathy pensó por un momento y logró recordar a ese tímido muchacho con el cual siempre terminaba coincidiendo.
El timbre suena.
Con un aspecto desgastado y sucio, Edward abre la puerta. Su mirada se detiene en la cara de Kathy, él entorpece y balbucea. Mientras ríe en su mente, ella pregunta por la carta.
-Yo la escribí- responde débilmente
-¿En realidad me quieres ayudar?- Kathy pregunta
-Acompáñame- dice Edward
Edward llevó a Kathy a ese lugar. Los ojos de la joven se abrieron y sus pupilas se dilataron; vió lo que nunca creyó ver, sus oídos escucharon algo más que el sonido de el pueblo, su nariz respiró aire finalmente fresco. Después, ella le contó la noticia: sus padres ya habían arreglado su matrimonio, pero ella se negaba a ceder.
Acordaron ir todos los días a Brampton donde compartirían sus secretos y sus vidas. Cada día los dos aprendían más uno del otro. Al cabo de un año, en Brampton, Edward le confesó a Kathy una verdad.
-Es ahora tu turno- dijo Kathy riendo
Edward pensó -Una verdad...- Después dijo con los ojos fijos en la mirada de Kathy -Te amo-.
Las mejillas rosadas de Kathy se tornaron color rojo mientras ella mordía su labio inferior. Sus labios dieron una ligera inclinación, al parecer estaba sonriendo.
-¿Te casarías conmigo?- Él pregunto tímidamente
-Si- respondió ella con una sonrisa de oreja a oreja- solo si en realidad me quieres- continuó mientras su sonrisa disminuía al grado de quedar totalmente seria y con la mirada en el pasto.
-Ponme a prueba- Dijo Edward con tono retador
Kathy levantó la cara y sus ojos verdes contrastaron al color del pasto, verde y lleno de vida, después le dijo qué era lo que tenía que hacer.
-En dos días iras a mi casa y pedirás mi mano- Dijo Kathy en respuesta a la retadora voz de Edward.
Dos días después, sonó el timbre. Kathy y sus padres abrieron la puerta. La cara de Sarah, su madre, obscureció y Alexander, su padre, miro fijamente a Edward.
-¿Qué lo ha traído hasta aquí pescadero?- Preguntó fríamente Alexander – ¿Acaso viene a pedir dinero?
Las cejas de Kathy enfurecieron.
-Vine aquí no para pedir su dinero, sino para pedir la mano de su hija.
Alexander y Sarah cerraron la puerta en su cara.
Pasaron meses. Edward aún no había logrado verla. Los días volvían a la normalidad, y eso era justo lo que Edward más temía.
Un día fue a Brampton después de trabajar. Y ahí estaba ella. Sentada, serena y volteando hacia el lago. Edward se acercó tranquila y lentamente hacia Kathy. Al estar a su lado, vio su cara pálida y sus ojos rojos e hinchados.
-¿Cómo nunca aprecié tanta belleza mientras pude?-decía ella con lágrimas en los ojos -¿cómo no aprecié tanto amor y cariño?-.
-Creo que tus padres no piensan igual que noso...- Kathy lo detuvo, -No, no es eso-.
-¿Entonces por qué lloras?- preguntó Edward inseguro
-Estoy enferma- dijo mientas sus lágrimas derramaban dejando a sus pómulos húmedos y a sus labios mojados
-¿De qué?- preguntó Edward con las cejas fruncidas en señal de preocupación
-Los doctores no saben, ni siquiera el mejor doctor de Inglaterra encuentra una solución a esta enfermedad, dicen que no falta mucho tiempo para que muera- ella lloraba.
Las horas pasaron mientras los dos pensaban tristemente en una solución.
-Si mis padres no nos dejan casarnos, podemos hacerlo a escondidas- dijo Kathy
-¿Dijiste que los doctores saben cuando morirás verdad? debes de quedarte a descansar- propuso Edward
-Si voy a morir, quiero morir feliz- dijo drásticamente
A la mañana siguiente ellos escaparon a Fowey, el pueblo más hermoso de Inglaterra. Nadie los vió durante varios meses. Y cuando no faltó mucho para la muerte de Kathy, ellos decidieron regresar.
Fueron a Brampton y ahí se quedaron.
-No quiero morir así -dijo Kathy deshecha por dentro
-Toma mi mano- dijo Edward mientras levantaba su frágil figura del pasto.
Ambos caminaron hacia el lago. Aquel hermoso lugar jamás reflejó más brillo. Siguieron caminando, lentamente, hacia el fondo. Hasta que sus cuerpos no fueron lo suficientemente altos como para mantenerse vivos. La vida había escapado de sus cuerpos.
Fin